Días de estrés olímpico: "Muchos deportistas están desesperados"
RÍO 2016
A cinco meses de los Juegos
"Bloqueados", "exigidos" hasta lesionarse... En un ambiente de extrema tensión, 200 españoles se juegan un lugar en Río 2016
"Si pienso en los JJOO, no puedo dormir", admite incluso un doble medallista como Craviotto, acostumbrado a clasificaciones límite
Les recordarán si están, quizá sólo figurantes en el desfile inaugural de Maracaná, quizá autores de notables actuaciones olímpicas, quizá hasta protagonistas de celebraciones por ¡Una medalla en los Juegos! pero... ¿Y si no están? En cinco meses, Río abrirá el porvenir a todos los participantes, pero, para tener esa oportunidad, antes, más de 200 deportistas españoles necesitan conseguir la clasificación. En la mayoría de casos, de su presencia allí dependerá su carrera y decidirá un único sprint, un único salto o un único lanzamiento: los nervios mandan desde el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid a la concentración de la selección de rugby 7 en Fiji. «Se nota muchísimo la tensión: trabajo con deportistas bloqueados, algunos hasta desesperados», anota el psicólogo del CAR, Pablo del Río, que, con un único ayudante, reconoce tener el servicio colapsado: «Es una locura. El gran objetivo es desdramatizar, intentar que todos compitan como siempre, al máximo de sus posibilidades, pero es complicado: tras tantos años, tantísimas horas, se juegan mucho en un día».
Que se lo digan a Aleix Heredia. «No estoy en esto por dinero», proclama, y un hecho lo confirma: a los 12 años dejó el fútbol, la cantera del Espanyol, por el pentatlón moderno, aunque si no logra billete para Brasil «será complicado que siga al mismo nivel». «Quien diga que estos meses no sufre estrés, miente», admite, y detalla sus gastos en material: no quieran ver las facturas. Su modalidad, que combina natación, atletismo, esgrima, hípica y tiro («así imaginó Pierre de Coubertin al deportista perfecto»), exige inversión y, pese al apoyo en los viajes de su Federación, su único patrocinador es su padre: o Juegos o «un paso atrás». Estudiante antes en la escuela Llor de Sant Boi, donde se formaron los Gasol, estudiante ahora de cuarto de Medicina en la Autònoma de Barcelona, para vivir su debut olímpico necesita puntuar en pruebas de la Copa del Mundo de Brasil (esta semana), Italia y Hungría, en el Nacional alemán y en el Mundial de Moscú de mayo. Después, el 1 de junio, se cerrará el ránking y deberá estar entre los nueve agraciados. «Si llego a Río, lo haré quemadito», supone, aunque su camino no es el más exigente.
Los repartos de plazas por ránking (bádminton, tenis o golf), por marca mínima (atletismo) o a través de torneos preolímpicos (esgrima, lucha o tiro con arco), aunque rigurosos, conceden errores: el sistema que utiliza la natación española no permite ninguno. Igual que hace Estados Unidos, todos los nadadores que quieran ir a los Juegos deberán rebajar un tiempo establecido y vencer a sus compatriotas en el Nacional que se celebrará del 19 al 22 de este mes en Sabadell. Un resfriado, pues, te deja fuera. «Así es este deporte. En Río todos tendrán una única oportunidad: deberán marcar sus mejores tiempos en las rondas, las semifinales y las finales. La exigencia aquí debe ser la misma», revela José Antonio del Castillo, responsable técnico de la Federación Española. Un empleado anónimo del CAR de Madrid asegura que estos días, ante episodios de tamaña presión, se están multiplicando las fracturas por estrés porque «algunos entrenadores exigen demasiado a sus pupilos»; Del Castillo niega que ocurra entre los suyos, aunque lo ve «posible» en otras disciplinas.
La 'obligación de Saúl
«Es posible, claro», acepta, de hecho, el piragüista Saúl Craviotto, quizá el mayor especialista en la materia: en los Juegos de Pekín 2008 y Londres 2012 se clasificó en el abismo y acabó con un oro y una plata. Este año repite obligación. Su tercera medalla olímpica pasa por lucirse en el Europeo que se celebrará en Alemania del 18 al 19 de mayo; unos 200 metros de paladas en los que no quiere ni pensar. «Antes me queda el Selectivo español. En mi casa tengo prohibido hablar del Europeo, de los Juegos, y hasta de piragüismo: si lo hago, no duermo. Los nervios son muy complicados, te dejan agotado», apunta el agente de la Policía Nacional en Gijón que, pese a su extenso palmarés, acepta que, sin inscripción para Río, su retirada estará más cerca. «Tengo un empleo, ésa es mi suerte, pero perdería todas las ayudas. Si no me meto, el mismo mes de mayo me retiran la beca», reconoce y, en su caso, la cantidad referida no es insignificante.
Saúl Craviotto, durante los JJOO de Londres 2012. EFELa presencia en unos Juegos asegura a cualquier deportista, gracias al plan ADO que comparten el Comité Olímpico (COE), el Consejo Superior de Deportes (CSD) y TVE, un mínimo de 5.000 euros al año durante todo el ciclo olímpico, aunque, según su resultado en la cita, esa cantidad se podría elevar desde los 20.500 euros anuales por un octavo puesto hasta los 60.000 euros por un oro pasando por los 34.000 euros anuales por la posición más ingrata: el cuarto puesto. Además, el aporte económico público a las diferentes Federaciones también varía según los olímpicos clasificados y gobiernos regionales, diputaciones y ayuntamientos suelen agradecer la presencia de sus vecinos en los Juegos. Luego, están los patrocinadores: un deportista minoritario sólo recibirá ofertas si acude a Río y esas ofertas sólo pasarán del pago en material si se cuelga una medalla o, como mínimo, alcanza las fases finales y roba unos minutos de televisión.
«En mi caso lo veo claro debutar en unos Juegos quizá me permita escoger a mis clientes. Ahora en la cuadra tengo que decir que sí a todos», contempla el jineteAlbert Hermoso que, gracias a su caballo Ito, es el último de los 133 españoles que han obtenido, oficialmente, una plaza para Río. Lo hizo el domingo, día de cierre del ránking en el concurso completo ecuestre, tras «una odisea». «Todo empezó en el Europeo del pasado septiembre: allí no logré la clasificación por equipos y tuve que coger el camión para irme a Rumania, a Holanda, a Italia, a Portugal y competir en todas las pruebas posibles. Mi camión ya acumula 1.800.000 kilómetros», detalla tras superar «mucha tensión porque todos a mi alrededor estaban muy encendidos». «No tengo ni Facebook ni Twitter y eso realmente ayuda», compara quien, nieto del herrador de un pequeño pueblo de Lleida, empezó en la hípica en el campo, lejos de cuidadas cuadras y caros profesores. «Estas clasificaciones son durísimas, pero valen la pena: yo he aprendido mucho y, con eso, creo, ya he ganado», cierra.
Este artículo ha sido redactado por el diario EL MUNDO. Ver enlace